martes, 28 de octubre de 2008

¿LAS TRIBUS URBANAS?

“INFELICES ILUSOS QUE VAGAN A CIEGAS POR EL MUNDO, FINGIENDO FALSOS PROBLEMAS Y PRESENTANDO MAS FALSAS SOLUCIONES” Daniel Márquez Muro.

El otro día me levante como de costumbre a muy temprana hora, con un muy buen humor, tenia tan buen humor que incluso llegue al extremo de bañarme, cosa tan rara en mi, incluso tan rara que aun no logro explicar por que lo hice, pero en fin, llegue a la oficina y después de las formalidades ordinarias de cada mañana, me encontré con que no tenia nada que hacer, así que decidí tomar prestado el periódico de mi jefe, y amenizar el paso de las horas matutinas leyendo, pero reverenda sorpresa fui a encontrar cuando empiezo a ojearlo, venia un articulo en el cual se hablaba de un conflicto social que se viene suscitando desde hace ya algún tiempo en casi todas las ciudades del país.

Hablaba de las luchas encarnizadas que se han dado a lo largo y ancho de nuestro bello país entre las (supuestas) “tribus urbanas”, mencionaba que entre las distintas estirpes urbanas se había engendra un odio irracional y fuera de todo contexto civilizado, pues los emos, punks, rockers, psycos, feos, radicales, tarados, todavía mas feos que los anteriores, rapers, ska, cholos, darketos y similares estaban enojaditos a razón de que no podían ponerse de acuerdo en quien de todos ellos eran los más soreques y salvajes.

Si ese era el problema, me hubieran escogido a mi de juez y les aseguro que hubiera sido un empate, puesto que a todos los veo igual, ya que todas estas supuestas “tribus urbanas”, lo único que tiene de diferente son elementos de forma: peinados, colores, ropa, accesorios y demás cachivache superfluos; pues todos comparten de fondo la falta de identidad, que es el meollo del asunto, por que no hay diferencias reales entre cada una de estas estirpes, al final son solo personas que rechazan la individualidad y prefieren someterse al rebaño de lo común. Después de terminar de leer dicho artículo realmente termine desangelado, y comencé a pensar acerca de la vulgar falta de identidad que afecta a nuestra sociedad, pues no encuentro motivo alguno para que el individuo se someta a esteriotipos y más ridículo aun para que entre en conflicto por cosas inverosímiles con los demás, pues lo que los mueve a semejante violencia es que otro grupo de incrédulos les imita su forma de ser incrédulos.

La masa y la bola son para los cobardes mediocres sin identidad que a razón de su pavor hacia la vida y los retos prefieren identificarse como conjunto en lugar de hacerlo como individuos libres e independientes, prefieren imitar de forma fanática y dogmática a una serie de ideas preestablecidas, para escapar de la realidad, sin generar algún razonamiento sobre lo que ciegamente persiguen. Por otro lado la moda es para los sujetos sin personalidad que al no saber quienes son, sienten la asfixiante necesidad de que alguien les diga como deben ser…. En fin, la vulgar falta de identidad tan recurrente en nuestra sociedad solo puede tener como origen el insipiente pensamiento de los sujetos, si bien es cierto que todos pensamos, también es cierto que la mayoría piensan en un nivel superficial y practico, nunca llegan a preguntarse el por que de las cosas y es por este pensamiento tan practico que no se percatan de que ha caído en un absurdo, ya que pelean por nada y contra nada, pero se puede entender, pues al no ser nada es lógico que busquen ser algo y al no poder encontrarlo dentro de si, no es de extrañarse que lo busquen en otros. En fin creo que por el bien de la humanidad, todos debemos de esforzarnos en tener un pensamiento mas profundo de las cosas y no pasar nuestra vida en absurdos como mis amigos de las “tribus urbanas”.

Me preunto: ¿Hasta cuando se hará justicia en este país?

jueves, 9 de octubre de 2008

Los Ilegales

El verdadero revolucionario es ilegal por excelencia.

El hombre que ajusta sus actos a la ley podrá ser a lo sumo, un buen animal domesticado; pero no un revolucionario.

La Ley conserva, la Revolución renueva. Por lo mismo, si hay que renovar, hay que comenzar por romper la ley.

Pretender que la Revolución sea hecha dentro de la Ley, es una locura, es un contrasentido. La Ley es yugo, y el que quiera librarse del yugo tiene que quebrarlo.

El que predica a los trabajadores que dentro de la Ley puede obtenerse la emancipación del proletariado, es un embaucador, por que la ley ordena que no arranquemos de las manos del rico la riqueza que nos ha robado, y la expropiación de la riqueza para el beneficio de todos es la condición sin la cual no puede conquistarse la emancipación humana.

La Ley es un freno, y con frenos no se puede llegar a la libertad.

La Ley castra, y los castrados no pueden aspirar a ser hombres.

Las libertades conquistadas por la especia humana son la obra de los ilegales de todos los tiempos que tomaron las leyes en sus manos y las hicieron pedazos.

El tirano muere a puñaladas, no con artículos del código.

La expropiación se hace pisoteando la Ley, no llevándola a cuestas.

Por eso los revolucionarios tenemos que ser forzosamente ilegales. Tenemos que salirnos del camino trillado de los convencionalismos y abrir nuevas vías en sus carnes viejas los surcos que dejó nuestro látigo al caer.

Aquí estamos, con la antorcha de la Revolución en una mano y el fusil en la otra, anunciando la guerra. No somos gemebundos mensajeros de paz: somos revolucionarios. Nuestras boletas electorales van a ser las balas que disparen nuestros fusiles. De hoy en adelante, los marrazos del mercenario del César no encontraran el pecho inerme del ciudadano que ejercita sus funciones cívicas, sino las bayonetas de los rebeldes prontas a devolver golpe por golpe.

Sería insensato responder con la Ley a quien no respeta la Ley; sería absurdo abrir el Código pare defendernos de la agresión del puñal o de la Ley Fuga. ¿Talionizan? ¡Talionicemos! ¿A balazos se nos quiere someter? ¡Sometámoslos a balazos también!

Ahora, a trabajar. Que se aparten los cobardes: no los queremos; para la Revolución sólo se alistan los valientes.

Aquí estamos, como siempre en nuestros puestos de combate. El martirio nos ha hecho más fuertes y más resueltos: estamos prontos a más grandes sacrificios. Venimos a decir al pueblo mexicano que se acerca el día de su liberación.

A nueva vista está la espléndida aurora del nuevo día; a nuestros oídos llega el rumor de la tormenta salvadora que ésta próxima a desencadenarse; es que fermenta el espíritu revolucionario; es que la Patria entera es un volcán a punto de escupir colérico el fuego de sus entrañas. “No mas paz”, es el grito de los valientes; mejor la muerte que esta paz infame. La melena de los futuros héroes flota al aire a los primeros soplos de la tragedia que se avecina. Un acre, fuerte y sano aliento de guerra vigoriza el medio afeminado. El apóstol va anunciando de oído en oído cómo y cuando comenzará la catástrofe, y los rifles aguardan impacientes el momento de abandonar el escondite en que yacen, para lucir altaneros bajo el sol de los combates.

Mexicanos: ¡a la guerra!

Flores Magón